A raíz de la situación actual de la pandemia, el concepto de viajar por trabajo ha dejado de tener sentido. Estar presente físicamente en las reuniones ya no es indispensable, y aquella época en la que veíamos a empresarios acomodarse en el asiento del avión con el portátil en la mesita plegable quizás haya llegado a su fin, sobre todo en un mundo que aboga cada vez más por reducir las emisiones de carbono. A pesar de ello, las aerolíneas siguen albergando la esperanza de que llegarán días mejores, pero ¿es una creencia realista?
Niamh Donoghue, directora de marketing de una multinacional tecnológica en Londres, cuenta que antes solía volar a San Francisco cinco veces al año para reunirse con su equipo estadounidense. “Siempre aprovechaba para viajar, y así de paso me tomaba unas vacaciones”, recuerda refiriéndose a sus escapadas a Nueva Orleans, Puerto Rico o el festival Burning Man de Nevada. Pero la pandemia frenó en seco esa costumbre. “Viví en San Francisco durante un tiempo y echo de menos a mis amigos y compañeros. Ya no puedo ir a verlos como antes. También estaba la emoción de viajar y las nuevas experiencias, todo ello ha dejado un enorme vacío en mi vida”, cuenta. En la plataforma de colaboración entre profesionales mediante eventos, talleres y tutorías fundada por Donoghue, Soundboard, a día de hoy todo se hace por internet.
Como ella, en el último año millones de viajeros de negocios se han visto obligados a cambiar el avión por las reuniones de Zoom, Google Hangouts, Microsoft Teams o similares, con el fin de poder interactuar con sus compañeros y socios. El impacto del Covid-19 en el sector de los viajes de negocios se resintió más que nunca en el segundo trimestre de 2020, según datos de la Asociación Mundial de Viajes de Negocios (GBTA, por sus siglas en inglés), tras un primer trimestre que había sido positivo. A nivel mundial, se prevé que los ingresos por el turismo de negocios se reduzcan de 1,1 billones a 582.000 millones de euros en 2021, lo que supone un descenso de casi el 50%.
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), se trata de una caída sin precedentes. “El año pasado fue un desastre, no hay otra palabra para definirlo”, declaró su presidente y director general, Alexandre de Juniac. Nicola Cox, directora general de la agencia de viajes londinense Midas Travel Management, recuerda que el 2019 había sido un año récord para el turismo de negocios, pero en 2020 el sector aéreo ha sufrido más debido a la pandemia que tras los atentados del 11-S o la crisis de 2008. “Justo antes de la pandemia, muchas empresas habían conquistado nuevos mercados y acelerado su desarrollo internacional, pero las decisiones tomadas por los gobiernos de todo el mundo para contener la pandemia frenaron toda actividad. Entre la cuarentena, los países en la lista negra, las pruebas PCR y el confinamiento en habitaciones de hotel, viajar se ha vuelto bastante complicado, al menos por el momento. Los viajes de negocios siguen siendo una necesidad para algunas empresas y organizaciones, pero actualmente conllevan demasiado papeleo y logística”, lamenta Cox.
Viajar o no por negocios en 2021
La “clase ejecutiva” tal y como la conocemos, lanzada por la aerolínea australiana Qantas en 1979, podría tener los días contados. “La oferta actual está en horas bajas y ya no satisface a los viajeros de negocios”, afirma Michelle Tanaka Chingoka, una bloguera y planificadora de viajes en Tanaka Travels, con sede en Londres. En septiembre de 2020, Chingoka decidió viajar a Positano, Italia: “No fue la experiencia a la que estaba acostumbrada. El acceso a las salas VIP estaba restringido, las tiendas libres de impuestos estaban cerradas, y lo único que seguía abierto eran las parafarmacias”. El anuncio del segundo confinamiento en Reino Unido la obligó a cancelar un viaje a Cuba, en el que iba a acompañar a un grupo. “Me rompió el corazón tener que anular esta fantástica aventura a Cuba. Llevaba meses preparándola, y todos teníamos muchas ganas de sumergirnos en la cultura cubana. Pero de la noche a la mañana, todo se vino abajo”, recuerda.
Michelle Chingoka no es la única que sueña con volver a viajar pronto. Antes de la pandemia, Niki Webster solía irse varias veces al año al extranjero para trabajar como chef en la hostelería de lujo. De sus viajes por Indonesia, Tailandia o la India, por mencionar algunos, sacó la inspiración para sus libros de recetas: “Echo de menos muchas cosas, pero lo que más me afecta es verme privada de experiencias culinarias. Mis recetas se inspiran en mis viajes por el mundo, ya que me encanta descubrir nuevos sabores y tradiciones. También me inspiran las personas, los lugares y los retos. Es toda la experiencia de lo desconocido”.
Pero viajar por trabajo no siempre es un placer. “La gente suele tener una imagen glamurosa y elegante de los viajes de negocios, pero eso está muy lejos de la realidad. Cuando trabajo como chef no cuento las horas, es un trabajo agotador”. Para Niki Webster, por el momento no hay nuevas aventuras a la vista, aunque eso no le impide soñar con nuevos destinos, como México o Etiopía: “Habrá que ver cómo avanzan las cosas en los próximos meses”.
Por otro lado, están los que han decidido evitar a toda costa cualquier viaje innecesario. Es el caso de Alan Spurgeon, que trabaja para Hedgehog Digital, una agencia de marketing con oficinas en Reino Unido y en Brasil, y que antes tenía la costumbre de viajar por trabajo por todo el mundo. “Desde el comienzo de la crisis sanitaria no me he movido de mi casa, en el sur de Inglaterra. No me gusta nada tener que quedarme quieto en un sitio, antes salía e interactuaba con otra gente. Pero ahora que la gestión y las reuniones a distancia se han convertido en parte de mi rutina profesional, he de decir que me he vuelto partidario de bajar el ritmo de los viajes de negocios. La verdad es que ahora dispongo de mucho más tiempo para mis proyectos, y no tengo gastos por viajes. Así que si las cosas se pueden hacer a distancia, claramente prefiero poner freno a los viajes”.
La eterna espera ante la parrilla de salida
En Midas Travel Management, Nicola Cox afirma que muchos de sus clientes corporativos esperan como agua de mayo la reanudación de los viajes de negocios. “Las empresas se han visto obligadas a adaptarse y a gestionar como pueden la situación actual de teletrabajo generalizado, pero muchos consideran que esta no es una solución a largo plazo. Las interacciones a distancia ya existían antes de la pandemia, y si nos hemos amoldado a las herramientas digitales ha sido por obligación, no por elección”, asegura.
A Cox no le faltan buenas razones para volver a subirse a un avión, ya sea para visitar a clientes o a compañeros. “Lo que era cierto antes de la pandemia sigue siéndolo a día de hoy: existen ciertas actividades que no funcionan igual de bien a distancia, como crear relaciones, promover intercambios dentro de la empresa, hacer prospecciones o lanzarse a nuevos mercados. Muchos consideran que Zoom ya ha dado de sí todo lo que podía y que las videollamadas ya no son suficientes. Las empresas no quieren seguir perdiendo el tiempo”.
¿Cómo serán los viajes de negocios del futuro?
Para algunos, el sector de los viajes corporativos nunca volverá a las cifras alcanzadas en 2019. Según Bill Gates, fundador de Microsoft, el sector debería prepararse para una pérdida definitiva del 50% de su actividad. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo. Un informe de Citibank, por ejemplo, asegura que los viajes de negocios aún no han llegado a su fin, aunque también precisa que se espera que su recuperación sea lenta, que varíe de un país a otro y que esté fuertemente ligada a la curva de evolución del Covid.
En cuanto al sector aéreo, que se ha visto trastocado tras años de crecimiento continuado, se espera que vuelva a la normalidad en 2025. De hecho, International Airlines Group, propietaria de British Airways, Aer Lingus, Iberia y Vueling, ha anunciado unas pérdidas en 2020 de hasta 7400 millones de euros. Sin embargo, en British Airways, las ventas de billetes se han disparado desde que el gobierno británico anunciara la reanudación gradual de los vuelos internacionales a partir del mes de mayo. Por su parte, Air France-KLM menciona una “visibilidad limitada” en relación con la reanudación del tráfico aéreo y afirma tener sus esperanzas puestas en la campaña de vacunación. Para la tan ansiada recuperación, un buen ejemplo es la creación del Travel Pass de la IATA, un “pasaporte digital” que permite comprobar la conformidad de una PCR o de una vacuna según los requisitos del país de destino, y que probablemente comenzará a funcionar en unos meses.
Nicola Cox, al igual que Alexandre de Juniac y muchos otros, cree que la tecnología es la principal solución para la actual situación: “Gracias a la digitalización de procesos como facturar el equipaje o pedir la comida a bordo, la interacción humana será muy limitada. Pero, en cualquier caso, los viajeros deberán mostrar un certificado de buena salud antes de poder viajar al extranjero”.
Si podemos sacar algo bueno de todo esto, es el beneficio que tiene para la sociedad en su conjunto la reducción del tráfico aéreo. Durante el punto álgido de la pandemia en 2020, la mayor parte de los aviones tuvieron que quedarse en tierra, y esto se tradujo en menores emisiones de CO2, tal y como señalan en Global Carbon Project. Cierto es que, según el informe de esta organización, el sector de la aviación solo sería responsable del “3% de las emisiones mundiales de CO2”, pero no deja de ser una buena noticia. “Mi impacto personal sobre el medio ambiente ha mejorado mucho”, afirma complacido Alan Spurgeon. Y es que, en el tema de la ecorresponsabilidad, al final lo que cuenta es la suma de los esfuerzos individuales, sobre todo cuando esta es capaz de provocar un cambio de mentalidad entre la población.