“Van a terminar dándose cuenta de que no soy un experto”, “he hecho de todo: un poco de derecho, un poco de marketing, un poco de comercio, pero al final, no me siento especialista de nada”. ¿Te suenan estos pensamientos? Has de saber que no eres el único. Son muchos los perfiles generalistas, aquellos que se reconocen por su trayectoria heterogénea, con experiencias diversas y variadas, que no se sienten a la altura en el trabajo. Y cuando este sentimiento persiste, puede ser un auténtico dardo paralizante.
¿Por qué nacen síndromes como el de ilegitimidad o el del impostor? ¿Cuáles son sus rasgos característicos? ¿Qué hay que hacer para liberarse de ellos? Yo misma me he visto afectada por este tipo de síndromes y, como coach, he recibido en los dos últimos años muchos testimonios de perfiles “que saben hacer un poco de todo” y que también lo sufrían. Por lo tanto, para mí es importante hablaros de él.
¿De quién es la culpa?
Las causas que provocan esta falta de legitimidad son numerosas y están interrelacionadas: educación parental, influencia de los profesores o dictado de la sociedad que predica la especialización como el modelo de carrera que debe seguirse.
La influencia familiar y escolar
Para Diana Baumrind, psicóloga de la universidad de Berkeley (EE. UU.) la autoestima está muy ligada a la educación que recibimos de nuestros padres. Según ella, un niño sometido a comentarios y órdenes familiares y/o escolares como “si quieres tener éxito, hay que elegir un camino y no salirse de él”, corre el riesgo de sentir más tarde una falta de legitimidad o de dudar de él mismo y de sus capacidades.
Aunque se suele creer que para que se desarrolle dicho sentimiento de ilegitimidad e impostura, el niño debe verse sometido a una humillación y presión constantes, esto es falso. En realidad, hace falta un simple comentario como “tu nivel escolar en matemáticas es excelente, deberías orientar tu carrera hacia las ciencias” para que el niño (en plena construcción de su identidad) lo convierta en una verdad absoluta y surja así la creencia de que no tiene legitimidad para trabajar y tener éxito en otros ámbitos.
La influencia de la sociedad
El entorno familiar y escolar desempeña un papel fundamental en el desarrollo del sentimiento de ilegitimidad, pero no es el único factor. El entorno social es igual de responsable, sobre todo porque está a menudo interconectado con los ámbitos familiar y educativo. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, las empresas necesitaban desesperadamente mano de obra operativa para desarrollar la productividad y el crecimiento económico de su país. Para alcanzar ese objetivo, la sociedad convirtió la especialización en un modelo de carrera que debe seguirse.
Aunque esta carrera por la productividad perdió fuerza en la década de 1990, las empresas siguen buscando perfiles de especialistas. De este modo, hemos visto florecer nombres de puestos como “jurista especializado en derecho inmobiliario”, “contable especializado en el sector de la construcción” o incluso “comercial especializado en seguros de vida”. Por lo tanto, aquellos que no encajan en este modelo, que se interesan en otros ámbitos o trabajos, pueden verse enfrentados a la incomprensión general (si por ejemplo deciden cambiar de trabajo en el punto álgido de la crisis del empleo) y a las ideas preconcebidas de las personas encargadas de las contrataciones en lo que respecta a su (in)competencia (“no tiene suficiente experiencia en este sector”) e (in)estabilidad (“¿por qué cambia de empleo cada dos años?”).
Es normal entonces que se amplifique el sentimiento de ilegitimidad y el menosprecio de uno mismo si ya se hace en el entorno familiar y escolar. ¿Resultado? Muchas personas me han comentado que no envían su solicitud a ofertas de empleo demasiado alejadas de su experiencia por miedo a no tener la titulación que se adapta a la perfección a la especialización que se requiere, o de no contar con suficientes años de experiencia en el ámbito o incluso con todas las competencias que se enumeran en la oferta.
La llamada comparación “ascendente”
¡Nosotros también somos nuestros propios enemigos! Aunque compararse con los demás es un comportamiento natural que permite construirse con respecto a ellos, puede hacer que crezca el sentimiento de ilegitimidad cuando practicamos lo que el sociólogo estadounidense Leon Festinger, creador de la teoría de la comparación social, denomina comparación ascendente. Se trata de compararse con uno o varios individuos que, a nuestro parecer, son superiores a nosotros. Por lo tanto, una persona con una trayectoria heterogénea se comparará con un perfil de especialista que ésta considera como un modelo y se evaluará a sí misma bajo la perspectiva de dicho perfil.
En resumen, los factores que explican el sentimiento de ilegitimidad son tan variados como las trayectorias profesionales de las personas a las que les gusta hacer de todo. Ahora que ya sabes cuál es el origen, seguro que te preguntas cómo se reconoce el sentimiento de ilegitimidad de aquellas personas que tienen un perfil generalista.
La señal que no engaña: el esfuerzo excesivo
Se reconoce a una persona que duda de sí misma y de su legitimidad solo porque no está especializada en un determinado ámbito por su elevado nivel de autoexigencia: “No soy lo suficientemente experto”, “no soy capaz de responder a todas las preguntas que me plantean”, etc. En resumen, esta persona considera que su trabajo nunca es lo suficientemente bueno y perfecto. Opina que tener conocimientos un poco de todos los ámbitos y no tener un talento que sobresalga significa por tanto que “entra dentro de la media para todo”. Y es que, a su parecer, esto es sinónimo de no ser bueno en nada.
En el día a día, es como si hubiera dos voces interiores que se disputan el primer puesto, sin llegar nunca a coexistir: una suplica que te mantengas fiel a tu naturaleza de hacer de todo, a preferir trabajos polivalentes y a explorar nuevos horizontes sin parar. La otra presiona repitiéndote que el único modo de sentir legitimidad es eligiendo una carrera y manteniéndote inmóvil en tu elección.
Cuando un perfil generalista sufre el síndrome del impostor, tiene miedo de que se desenmascare su posible incompetencia. Asimismo, se siente culpable, convencido de que está ocupando el puesto de alguien que lo merece más, alguien que es “más experto”. Con el fin de que no lo descubran o para contrarrestar esa supuesta falta de experiencia, decidirá hacer un esfuerzo suplementario de las siguientes maneras:
- Multiplicando las formaciones y los títulos académicos.
- Aceptando un salario bajo pensando que ha logrado el puesto por suerte o simpatía y no por su mérito o potencial.
- Imponiéndose jornadas laborales interminables.
Sin embargo, el riesgo que conlleva dicho comportamiento es, evidentemente, el agotamiento mental y físico, e incluso el “burnout”.
¿Te has sentido identificado con esta descripción? De ser así, has de saber que no existe nada que esté grabado a fuego y que, aunque no puedas hacer que el sentimiento de ilegitimidad e impostura desaparezca, puedes atenuarlo. ¡Veamos cómo conseguirlo!
Acabar con el sentimiento de ilegitimidad
¿La carrera especializada está en declive?
En primer lugar, calma. El modelo de carrera en el que debemos especializarnos podría desaparecer en favor de una carrera multiexperiencia en la que realizamos varios trabajos a lo largo de nuestra vida. Es lo que deja suponer, en cualquier caso, el estudio de la OCDE que revela que, si en 1987 la duración media de vida de una competencia técnica era de 30 años, en la actualidad ésta oscila entre los 12 y los 18 meses. Por lo tanto, esta idea preconcebida de que solo la experiencia y la especialización confieren legitimidad quedará pronto obsoleta. Es una buena noticia, ¿no te parece?
Asimismo, las empresas le prestan cada vez más atención al saber estar, las famosas soft skills. Estas competencias de conducta son muy valiosas para el éxito profesional de un empleado y, sobre todo, pueden aplicarse en cualquier sector y trabajo. Además, al cambiar de empleo con frecuencia, desarrollas tus capacidades de aprendizaje y adaptabilidad a nuevos entornos, herramientas y métodos de trabajo. En un momento en que empresas y empleados deben reinventarse y renovarse al ritmo de los incesantes cambios (la crisis sanitaria ha revolucionado toda la organización tradicional del trabajo y lo digital se integra cada día un poco más en nuestras formas de trabajar), el aprendizaje y la adaptabilidad son unas competencias clave que tú tienes. No olvides ponerlas de relieve. Al mismo tiempo, antes de cerrar las puertas a una carrera que te gusta, tómate el tiempo de hacer una lista de las soft skills que se requieren y pregunta a personas de confianza si creen que las posees (esto evitará que llegues a la conclusión precipitada de que no posees ninguna).
Celebra y anota claramente tus éxitos
No, tus éxitos no son exclusivamente fruto de la suerte, de tu trabajo duro o de la simpatía de las personas que te rodean. Tal y como recomienda la psicóloga Pauline Rose Clance, creadora del término “síndrome del impostor”, entrénate para identificar los factores internos de tus éxitos, tus competencias (conocimientos, habilidad y saber estar) y tu potencial. Insisto en este segundo aspecto: ¡no subestimes tu potencial! Tener éxito en un trabajo o un ámbito profesional depende de ti, y reconocemos el potencial de un empleado cuando tiene facilidades y aptitudes innatas para ocupar un puesto.
Si tú también quieres detectar tu potencial, tómate el tiempo de reflexionar en estas pequeñas cosas que te parecen simples de hacer cada día, como ponerse en el lugar de los demás, tener el sentido de la negociación, ser organizado o manejarse bien con los números. Tienes que decirte a ti mismo que, si bien son simples para ti, no tienen por qué serlo para todo el mundo. Y si realmente no lo consigues, trata de recordar momentos en los que tu familia, amigos o compañeros te repitieron que tienes un don. ¿A qué se estaban refiriendo en ese momento?
Del mismo modo, tal y como sugieren Anne de Montarlot y Élisabeth Cadoche, autoras del libro El síndrome de la impostora: ¿Por qué las mujeres siguen sin creer en ellas mismas? (Ed. Península), adopta la costumbre de anotar tus éxitos y los objetivos que alcances para poder revisarlos cuando atravieses un periodo de dudas y falta de confianza.
La única persona de tu entorno con la que debes compararte eres tú. Mira el camino que ya has recorrido. Por ejemplo, hace dos semanas, puede que no fueras capaz de alinear dos líneas de código y, ahora, eres capaz de hacerlo con los ojos cerrados.
Cambia el chip
Decirle a un amigo o decirse a uno mismo “no tengo legitimidad para hacer esto” no es lo mismo que decir “creo que me falta legitimidad para hacer esto… por ahora”. En la primera expresión, la ilegitimidad es inherente a tu identidad, como si nada la pudiera cambiar. En la segunda, el término “creer” deja entrever la perspectiva de que no se trata de algo inmutable. Por lo tanto, el sentimiento de ilegitimidad no es una verdad absoluta sobre nosotros mismos, sino más bien una opinión en una situación determinada que puede cambiar. Al “creer algo”, estás aceptando la idea de que es posible cambiar tu visión de las cosas y es una primera etapa fundamental para iniciar el cambio.
Pero entonces, ¿qué hacer para cambiar el chip de forma definitiva? Existen muchas soluciones posibles y te presentamos algunas a continuación:
- Inspírate en personas que consideres competentes en su ámbito a pesar de que tengan una trayectoria heterogénea que se sale de lo establecido.
- Rodéate de personas positivas que conozcan bien ese sentimiento de ilegitimidad y que hayan conseguido superarlo. Sus consejos y experiencia te serán muy útiles.
- Identifica qué puedes perder si dejas que la duda y el sentimiento de ilegitimidad dicten tus decisiones profesionales.
Si has intentado estas técnicas y a pesar de ello sigues sin deshacerte del sentimiento de ilegitimidad propio de los generalistas, acude a un profesional (un psicólogo o un coach, por ejemplo) que pueda ofrecerte su ayuda.
Encasillarte en una carrera determinada con un puesto ultraespecializado no es el sueño de tu vida, tu trayectoria heterogénea lo demuestra y esto es algo bueno. En el fondo, tanto las empresas como la sociedad necesitan personas generalistas y especialistas. Los generalistas resuelven problemas generales, organizan proyectos en los que intervienen varios especialistas y son polivalentes, mientras que los especialistas resuelven problemas precisos y técnicos que son específicos de su ámbito de competencias. Unos no son mejores que los otros y tú tienes el mismo valor para el mercado laboral. Por lo tanto, no intentes parecerte a lo que no eres y más bien confirma tu carrera heterogénea y tu naturaleza de hacer de todo. Especializarse no es el único camino para tener éxito en la vida, también puedes tenerlo cambiando de ámbito profesional con frecuencia, buscando un puesto polivalente o incluso teniendo varios puestos, si eso te va bien.