“Hazte indispensable”. Se trata de un consejo que, sin duda alguna, seguro que ya has oído en boca de personas con muy buenas intenciones. Sin embargo, algunos han cometido el error de seguirlo y acaban estancados en su puesto de trabajo. Años más tarde, aunque deseen cambiar de equipo o de empleo, les toca aguantar la negativa de su jefe. ¿Cómo salir entonces de esta situación? A continuación te mostramos algunos testimonios y consejos.
¿Por qué necesitamos sentir que somos indispensables?
“Creo que la necesidad fundamental del ser humano es la de ser necesario”, escribe el sociólogo Steve Rose. “Queremos tener la impresión de que desempeñamos una función importante, ya sea en una empresa, en la familia o en la vida de nuestros amigos”. Y esto es comprensible: ser indispensable ofrece cierta seguridad, hace subir el ego, hace que nuestra existencia sea menos banal, etc. De hecho, una encuesta de la American Psychological Association (Asociación Americana de Psicología) revelaba que el hecho de sentirse valorado en el trabajo trae consigo una mejor salud física y mental, así como unos niveles más elevados de compromiso y motivación. Cuando te encuentras atravesando un periodo de dudas, ¿no te da un subidón de energía escuchar a tu jefe y a tus compañeros alabar tus habilidades? En cualquier caso, si bien es totalmente normal querer sentirse esencial, ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para obtener ese reconocimiento y a qué precio quieres lograrlo?“Creo que la necesidad fundamental del ser humano es la de ser necesario”, escribe el sociólogo Steve Rose. “Queremos tener la impresión de que desempeñamos una función importante, ya sea en una empresa, en la familia o en la vida de nuestros amigos”. Y esto es comprensible: ser indispensable ofrece cierta seguridad, hace subir el ego, hace que nuestra existencia sea menos banal, etc. De hecho, una encuesta de la American Psychological Association (Asociación Americana de Psicología) revelaba que el hecho de sentirse valorado en el trabajo trae consigo una mejor salud física y mental, así como unos niveles más elevados de compromiso y motivación. Cuando te encuentras atravesando un periodo de dudas, ¿no te da un subidón de energía escuchar a tu jefe y a tus compañeros alabar tus habilidades? En cualquier caso, si bien es totalmente normal querer sentirse esencial, ¿hasta dónde estás dispuesto a llegar para obtener ese reconocimiento y a qué precio quieres lograrlo?
Cuando ser imprescindible dificulta tu progreso
Conocer tu puesto de trabajo como la palma de la mano hace que seas una persona clave dentro de tu equipo. Si bien lo más habitual es que una empresa aproveche ese talento para ofrecerte evolucionar rápidamente, otras van a considerar que es más simple dejarte en tu puesto. “Respondí a varias ofertas internas de mi empresa e hice entrevistas que fueron bien, pero siempre me rechazaban en la última etapa sin darme ninguna explicación. Terminé haciéndome muchas preguntas e insistiendo a mis compañeras de RR. HH., hasta que me confesaron que uno de mis superiores estaba bloqueando mis solicitudes porque no ‘le venía bien’ sustituirme”, explica Loïc, ingeniero aeronáutico que lleva siete años en el mismo puesto.
Pero la ausencia de evolución profesional no es el único riesgo. Ser indispensable también conlleva terminar haciendo siempre lo mismo y, a menudo, no salir de tu zona de confort. Fabrice, director de proyectos informáticos en un banco, se dio cuenta demasiado tarde de que el hecho de que sus compañeros habían ido dejando la empresa progresivamente lo convertía en la única persona que dominaba un software fundamental para la empresa. “Estaba muy contento de estar ocupándome de esta herramienta y no tener que rendir cuentas a nadie. Hasta que empecé a ver a compañeros del servicio informático aprendiendo nuevos lenguajes, nuevas formas de trabajar, etc. He acumulado un retraso que no es imposible compensar, pero mi responsable prefiere claramente a jóvenes para los proyectos nuevos”, se lamenta. Ser alguien a quien no se puede despedir, pero que tampoco es muy útil para nada más; esta es la maldición de algunas personas que, queriéndolo o no, han pasado a ser indispensables en su puesto de trabajo.
¿Cuál es el problema? Limitar tu campo de acción conlleva también reducir tu red de contactos, así como las oportunidades que estos te permiten descubrir. Si llevas años en el mismo puesto, terminas comunicándote siempre con las mismas personas y pierdes la oportunidad de conocer a otras nuevas, ya sea en tu empresa o fuera de ella. Así pues, conocer a menos personas implica tener menos oportunidades profesionales. ¿Ya ves venir este círculo vicioso?
¿Cómo retomar el control de tu carrera?
Afortunadamente, quedarte estancado en tu puesto de trabajo raramente es algo que sea irremediable. Por tanto, ¿cómo puedes evitar la trampa de ser indispensable en tu puesto actual y cómo liberarte de la misma?
1. Ten clara cuál es la postura habitual de tu responsable
¿Puedes confiar en tu superior o no? “Ante un jefe de los que yo llamo ‘no éticos’, que no tiene ganas de verte evolucionar, recomiendo que vayas bajando el ritmo poco a poco en tu trabajo, dice Isabelle Deprez, coach de directivos y experta en dirección de empresas, que añade que “si tienes un menor rendimiento, le serás menos útil y aumentarás tus probabilidades de que te dejen marchar”.
2. Encuentra aliados
Si tu responsable te explica que no puede prescindir de ti, forma a alguien para que te sustituya o ve delegando tus tareas poco a poco a otras personas. Isabelle Deprez también recomienda hacer una lista de las personas de la empresa que podrían ayudarte: “Identifica a las personas con metas que vayan de la mano de las tuyas. Cualquier persona que pudiera beneficiarse de tu evolución podría ser un aliado en tu negociación y abrirte puertas”, asegura. Por ejemplo, un compañero joven de tu equipo al que le gustaría tener tu puesto y que aceptaría con gusto que delegaras en él tu trabajo o un responsable de otra unidad de negocio que esté interesado en que te unas a su equipo.
3. Pide, insiste, negocia
Muchos empleados no se atreven a pedir un cambio o un ascenso en su empresa, o bien se detienen ante una respuesta negativa. Ser firme y franco con tu responsable en lo que a tus necesidades respecta puede desbloquear la situación. Sin embargo, hay veces en que un responsable simplemente no puede ofrecerte dicha evolución. En ese caso, Isabelle Deprez recomienda negociar: “Haz un trato con él: objetivos a cambio de una nueva oportunidad. Y, sobre todo, ¡que todo quede por escrito! Un nuevo trato puede pactarse rápidamente pero un responsable, aunque tenga buenas intenciones, también puede marcharse igual de rápido”.
4. Si tus esfuerzos son en vano, sube en la jerarquía
Por desgracia, el departamento de RR. HH. raramente es el que decide los ascensos y no siempre tiene el poder de intervenir contra un responsable, aunque este sea nocivo. Sin embargo, si eres un empleado eficaz, tienes otras soluciones: “Como último recurso, ponte en contacto con niveles superiores de la jerarquía. Pero ten cuidado, esta debe ser la última alternativa, ya que es algo que tu responsable no va a apreciar”, explica Isabelle Deprez.
5. Márchate antes de hundirte
Cuando ya lo has intentado todo, la última opción sigue siendo decidir buscar un puesto fuera. Es la solución que Loïc se plantea: “Evidentemente, la crisis hace que la situación sea más delicada, pero tengo ambición. No quiero quedarme en esta situación eternamente. Sin duda, voy a tratar de cambiar de empresa a pesar de que es una pena, ya que sé que podría haberme quedado y sentirme realizado”, confiesa este ingeniero aeronáutico. No esperes a tocar fondo. “Mantén la energía y talento suficientes para buscar trabajo fuera, pues el mayor riesgo en esta situación es perder la confianza en tus capacidades o incluso la autoestima”, concluye Isabelle Deprez.
Por tanto, en lugar de convertirte en alguien “indispensable”, trata de ser “fundamental”. ¿Cuál es la diferencia entre estos dos adjetivos? La persona que es “indispensable” sabe ser útil, encarnar su puesto y es a menudo el único capaz de llevar a cabo sus tareas. Por el contrario, la que es “fundamental” debe intentar volverse “inútil” compartiendo sus conocimientos y habilidades sin esperar nada a cambio. Se le apreciará por el valor que aporta a los demás. En conclusión, la persona que sabe ser fundamental, generalmente conseguirá construir una carrera a su imagen y semejanza.