Hace solo una hora que estás en la oficina, pero parece que hayan pasado tres. Con frecuencia piensas que no estás explotando todo tu potencial, que tus tareas diarias no te suponen ningún desafío o que ni siquiera le encuentras sentido a lo que haces. ¿Te suena familiar? En ese caso, podrías ser víctima del aburrimiento laboral. Y estar aburrido es mucho más que simplemente sentir que el tiempo pasa muy lento.
Es como tener un compañero muy tedioso que te espera con impaciencia todas las mañanas para quedarse contigo todo el día. Puede que se haga notar más o menos, pero nunca se aleja demasiado, y el peso de su presencia no pasa desapercibido, pues la lista de síntomas del aburrimiento laboral es larga: insomnio, impaciencia, tensión, irritabilidad, cansancio, poca motivación y baja autoestima, entre otros.
Pero, ¿te has preguntado alguna vez qué te está intentando decir el aburrimiento laboral? ¿Cómo puedes interpretar correctamente sus señales? A continuación, lo analizamos más de cerca para encontrar la respuesta a estas preguntas.
No ignores el aburrimiento
El aburrimiento laboral tiene muy mala reputación. Sin embargo, es una emoción útil que puede dar pie a cambios positivos. Así pues, si sabemos sacarle provecho, incluso puede ser una fuente de bienestar y creatividad (veremos esto en detalle un poco más adelante). Desgraciadamente, tendemos a rechazar el aburrimiento o intentar escapar de él. Otras reacciones típicas son sumirnos en el silencio, intentar esconderlo, negarlo o reprimirlo, sobre todo si pensamos que somos afortunados por tener un empleo en tiempos de crisis o si nos resistimos a afrontar las cosas tal como son.
¡Craso error! No hacer nada solo empeora la situación y puede llevar a que el aburrimiento desemboque en el síndrome del boreout. Por esta razón, siempre debes prestar especial atención al aburrimiento, aunque sin llegar al extremo de transformarte en el pollito Calimero. Cuando detectas un problema con el pago de tu salario, no disimulas tu descontento sino que haces algo al respecto, ¿verdad? Si es así, ¿por qué no reaccionas de la misma forma ante el aburrimiento? Si lo piensas bien, aburrirte seguramente tampoco es lo que esperabas cuando firmaste el contrato.
Pero para poder avanzar, primero necesitas identificar de qué tipo de aburrimiento se trata, pues hay una solución diferente para cada caso.
1. Cuando el aburrimiento te dice: “¿De verdad le encuentras sentido a lo que haces?”
¿Tu trabajo te parece inútil y superficial? ¿Crees que lo que haces no aporta nada positivo a la sociedad? ¿Que tu trabajo no es indispensable y que nadie se daría cuenta si dejara de existir, a diferencia del de tu amigo enfermero o profesor? De ser así, probablemente estés experimentando lo que se conoce como el “aburrimiento asemántico”. A continuación, lo analizaremos de forma más detallada para que puedas confirmar si este es tu caso.
Este tipo de aburrimiento hace que nos preguntemos sobre aquello a lo que le encontramos sentido. Podemos tener un trabajo muy codiciado socialmente o recibir miles de pedidos y aun así pensar que lo que hacemos “no tiene sentido”. Porque a fin de cuentas, ¿qué es un trabajo con sentido? La respuesta depende de nuestra percepción personal, por lo que es importante que definas qué significa para ti. Pero vayamos poco a poco, ya examinaremos este punto concreto más adelante cuando abordemos las posibles soluciones.
En el trabajo, la falta de sentido se manifiesta en dos áreas concretas: en el proceso de trabajo y en la finalidad del trabajo.
“¿Qué valor añadido aportan tus tareas?”
¿Te parece que pasar dos horas decidiendo el color de la camiseta que estará en portada en el sitio web durante la próxima campaña publicitaria es una pérdida de tiempo? ¿Respiras profundamente y prefieres dejar de discutir porque crees que no hay ninguna diferencia entre el color granate y el cereza? ¿Pasas la mayor parte del día introduciendo datos en tablas de Excel que nadie utiliza? Si te identificas con estos ejemplos, significa que la falta de sentido que experimentas está causada por las tareas y actividades diarias, que te parecen muy poco interesantes.
“¿Y dónde quedan tus valores?”
La falta de sentido puede ir más allá del trabajo en sí y estar relacionada con la noción de contribución. En este caso, se trata de un desfase entre el impacto que tiene nuestro trabajo y nuestros valores. Para saber si este es el tipo de aburrimiento que te afecta, toma un poco de distancia y pregúntate si alguna vez te has quejado de tu trabajo o empresa y has pensado que sus valores no son compatibles contigo. ¡Bingo!
Afortunadamente, si las tareas o la empresa no son compatibles contigo, nada está escrito en piedra. Para superar este aburrimiento “asemántico”, pregúntate qué es para ti un trabajo “con sentido”. ¿Quiénes, en tu opinión, lo ejercen? Ya sea en tu vida personal o profesional, ¿ha habido momentos en los que lo que hacías te motivaba profundamente? De ser así, ¿qué era eso que hacías? Una vez hayas respondido a estas preguntas, lo que de por sí ya es toda una hazaña, podrás sacarle provecho a esta información de las siguientes formas:
- Si tu puesto te lo permite y tienes cierta libertad a la hora de organizar tu trabajo, aléjate de tu espacio de trabajo habitual. Por ejemplo, reúnete con tus clientes en su lugar de trabajo, para entender sus necesidades y hacer networking.
- Si no existe ninguna solución a nivel interno, puedes evaluar la posibilidad de unirte a una empresa que sea más compatible con tus valores y motivación. Incluso puedes reconvertirte y cambiar a una profesión que de verdad te entusiasme y te ilusione. Por supuesto, esta no es una decisión fácil, pero es una opción que vale la pena considerar.
2. Cuando el aburrimiento te dice: “¡Te mereces algo mejor!”
Si lo que experimentas no es un aburrimiento “asemántico”, quizás hayas llegado a pensar que no te sientes a gusto en tu puesto actual porque no sacas el máximo provecho a tu talento y habilidades. Tal vez tengas la impresión de que te pagan por no hacer nada o de que pasarás toda la vida en el mismo puesto porque no hay ninguna posibilidad de evolución. En este caso, te aburres porque no te sientes valorado de la forma justa. Este tipo de aburrimiento, que podemos denominar “aburrimiento inmutable”, se manifiesta de tres formas.
“No aprovechas al máximo tu talento ni tus habilidades”
Sabes que te encuentras en esta categoría cuando, por ejemplo, te han contratado para encargarte de la gestión de RR. HH. y pensabas que tu don de gentes te iba a resultar útil. Desgraciadamente, la realidad es otra: te pasas el día haciendo papeleo, ordenando, organizando, introduciendo y verificando datos, siempre a solas con tu ordenador.
En esta situación, tienes varias opciones:
- Ofrecerte como voluntario en un proyecto interno en el que puedas utilizar tus otras habilidades. Por ejemplo, si organizar eventos es algo que se te da muy bien, toma las riendas del próximo evento social de tu empresa.
- Intentar aplicar tus habilidades a tus tareas actuales para ser aún mejor en tu trabajo. Digamos que impartes cursos de derecho mercantil pero también eres una persona muy creativa. Una buena idea sería salir de lo habitual y crear pruebas o presentaciones originales. Esto te permitiría ofrecer formaciones lúdicas a los participantes, y la experiencia también sería más interesante para ti.
- Si nada de esto es posible, siempre tienes la opción de cambiar de trabajo. Puedes enviar tu candidatura a otra empresa o bien desarrollar otra actividad (ya sea profesional o no) en paralelo.
“No tienes suficiente trabajo para mantenerte ocupado todo el día”
Tu responsable no te delega suficientes tareas y tu carga de trabajo es tan baja (por no decir inexistente) que a veces tienes la impresión de ser invisible. Te sientes atrapado en esta situación incómoda y tienes miedo de que las demás personas se den cuenta, por lo que pasas deliberadamente más tiempo realizando tus tareas, te distraes navegando por internet u ofreces ayuda a tus compañeros, solo para tener “algo que hacer”, pero sin ningún éxito. Si este es tu caso y sientes que los minutos son horas, la causa de tu aburrimiento es simplemente que tu carga de trabajo no es suficiente.
Es hora de poner las cartas sobre la mesa y comunicarle a tu responsable que necesitas hacerte cargo de más tareas. Solicita una entrevista y muéstrale una tabla que mida tu tiempo de trabajo, si la tienes. Y si no la tienes, créala. El objetivo es mostrarle la cantidad de tiempo que dedicas a cada tarea para medir de este modo tu productividad. En pocas palabras, debes demostrarle que no estás ahí para rascarte la barriga, sino para ser útil.
Si a pesar de eso nada cambia, no permitas que la situación se eternice y piensa en tu futuro. Considera la posibilidad de abandonar la empresa para unirte a otra que realmente te necesite.
“¿Cuándo vas a evolucionar profesionalmente, por el amor de Dios?”
¿Tus tareas te parecen demasiado simples y repetitivas? ¿No tienes problema con ser el segundón de tu responsable durante cinco minutos, pero sabes que tienes la capacidad de asumir más responsabilidades? ¿Te gustaría poder influir más en las decisiones y encargarte de tareas que te desafiaran y estimularan intelectualmente? ¿Hace años que desempeñas el mismo puesto, pero no tienes perspectivas de evolución? Lo has intentado, le has expresado a tu superior tu deseo de evolucionar y adquirir más habilidades, pero siempre te responde: “sí, no te preocupes, ya vendrá el momento”. Pero, ¿cuándo? El tiempo pasa y nada cambia, por lo que además de estar frustrado, sientes que das marcha atrás, que se te subestima y te sientes inútil. Esto te hace perder poco a poco la confianza en ti mismo y en el futuro, te lleva a resignarte y pensar que no sirve de nada esforzarse, porque de todas formas nada cambia.
Haz una pausa y respira profundamente. En lugar de frustrarte, ¿por qué no tomas las riendas de tu carrera y le preguntas a tu superior si puedes seguir una formación? Otra posibilidad es enviar tu candidatura a un puesto interno si se abre alguno. Lo importante es demostrarle a tu responsable que haces un buen trabajo y, sobre todo, que estás listo para pasar al siguiente nivel. Para lograrlo, no dudes en basarte en hechos precisos que reflejen tu buen desempeño, como por ejemplo comentarios positivos que hayas recibido por parte de clientes satisfechos o durante la entrevista anual, u objetivos que hayas alcanzado con éxito.
3. Cuando el aburrimiento te dice: “Si pudieras hacer cualquier cosa, ¿qué harías?”
¿Alguna vez has pensado “si pudiera empezar de nuevo, sería artista, fisioterapeuta, poeta, astronauta…”? ¿Sueñas en secreto con abrir tu propia empresa? Cuando conoces a alguien que ha hecho una reconversión profesional, ¿sientes ganas de hacer lo mismo e incluso tienes un poco de envidia? En tu día a día, ¿vas al trabajo a regañadientes, cumples con tu horario y no puedes esperar a volver a casa? ¿Te encuentras dividido entre las ganas de hacer algo que te haga sentir vivo todas las mañanas y la seguridad y comodidad de tu empleo actual? Si has respondido “sí” a estas preguntas, sin duda alguna te encuentras en la categoría del “aburrimiento asincrónico”.
Lo más importante en esta situación es tener en cuenta tus circunstancias personales. ¿Tienes limitaciones financieras en curso, como un préstamo bancario? ¿O familiares u otras personas de las que eres responsable? En este caso, abandonar tu empleo para seguir tus sueños no es una opción, pero esto tampoco significa que tengas que olvidarlos. Por ejemplo, una solución a corto plazo sería hacer realidad tus deseos dedicándote a una actividad personal en tu tiempo libre, como un pasatiempo o un voluntariado compatible con tus valores y convicciones. Quién sabe, quizás a largo plazo incluso logres que se convierta en una actividad remunerada.
Sin embargo, si tu situación personal lo permite, lo más aconsejable es dar el salto para hacer realidad tus sueños: crea tu empresa, sigue la formación que deseas para reconvertirte, etc. Existen varios recursos para ayudarte a hacer una transición profesional con facilidad y seguridad. Por ejemplo, la Cámara de Comercio de España ofrece información sobre varios tipos de ayudas financieras a emprendedores. Por otra parte, si lo que deseas es seguir una formación para ampliar tus habilidades, puedes hacer cursos en línea en plataformas como Coursera o incluso optar a la formación en la empresa con el fin de evolucionar a un puesto diferente dentro de la misma.
4. Cuando el aburrimiento te dice: “No hacer nada tampoco es tan malo”
Si tienes un trabajo estimulante que te hace sentir totalmente satisfecho, pero la mera idea de bajar un poco el ritmo te hace temblar, esto significa que lo que experimentas es un “aburrimiento lucrativo”. Sí, has leído bien, ¡eso existe!
En la actualidad, siempre estamos ocupados con algo, ya sea respondiendo correos, consultando las redes sociales, etc. Muchos empleados afirman haber desarrollado un “miedo a no hacer nada”. Es lo que se conoce como “ociofobia”, un término acuñado por el psicólogo español Rafael Santandreu. Las personas con esta fobia están motivadas por la productividad y miden sus éxitos de forma cuantitativa, es decir, en función del número de logros y objetivos alcanzados. Para estas personas, tener tiempo para sí mismas puede ser muy desestabilizador. Si has experimentado algo similar y te preguntas constantemente qué vas a hacer a continuación, recuerda que la respuesta puede ser simplemente “nada”.
Un estudio publicado en la revista estadounidense Academy of Management Discoveries, especializada en estudios empíricos relativos a la gestión y las empresas, demuestra que el aburrimiento no solo es positivo, sino también necesario para fomentar la creatividad y el bienestar. Aburrirte te da la oportunidad de relajarte para concentrarte en ti mismo y dar rienda suelta a tu imaginación.
Ahora que te has tomado un momento para escuchar lo que tu aburrimiento está intentando decirte, ¿qué conclusiones has sacado? ¿Has identificado el o los tipos de aburrimiento que experimentas en tu día a día? ¿Se trata de un aburrimiento que te paraliza o te perjudica física y emocionalmente?
Trata de ver el aburrimiento como un amigo que desea ayudarte, porque solo un buen amigo te dice la verdad, aunque esta no sea lo que quieres escuchar. Por último, si no te encuentras en una situación catastrófica, no te sientas culpable por no tener el empleo perfecto. En primer lugar, porque ni siquiera existe, y en segundo lugar, porque el trabajo no lo es todo en la vida. El hecho de que tu trabajo no sea una aventura constante no significa que tu vida sea un fracaso. Y si alguna vez has pensado esto, pregúntate si quizás tienes expectativas demasiado altas respecto al trabajo.