Sin quererlo o queriendo a menudo nos enredamos en el barroco artificio de la terminología impostada. Y así es que forwardeamos un mail desde nuestro inbox para trabajar el briefing con el staff de cara al workshop y, entre call y call, les pasamos a los partners un update. Vamos tan a full para llegar a los deadlines que a veces necesitamos un break en el afterwork. Y tras el standby retomamos el work in progress, ultimando slides para el kick-off, pidiendo feedback a nuestro team de juniors y seniors para el sprint. Eso sí, de business casual si es viernes. En fin, todo muy agile y muy a tope de empowerment, la multivitamina del momento. Quizá esta jerga nos hace estar a salvo dentro del rebaño, o tal vez es la manera de darnos tono y sentirnos importantes.
Por ejemplo, últimamente andamos todos a vueltas con el reskilling y con el upskilling, buscando la quintaesencia de no sé qué complejas competencias futuristas. Y quizá no nos damos cuenta de que a veces nuestra jerga nos oculta lo obvio. Y en cuestión de habilidades, lo obvio es que los profesionales que triunfan no son los expertos en transformación digital ni en digitalización transformadora. Ni en otros asuntos más sofisticados. Sino los que poseen cinco competencias básicas que se adquieren en Educación Primaria.
1. Leer
El currículo de Primaria es muy específico en este punto. El alumno debe ser capaz de “entender textos de diverso grado de complejidad”. Y el problema no es que nosotros no entendamos, es que no leemos. Cuesta encontrar un profesional que se lea los mensajes de cabo a rabo, que profundice en un informe en lugar de leerlo en diagonal, o que matice de manera nutritiva una presentación después de haberla trabajado en condiciones. Y el asunto no acaba aquí. A veces nos preguntamos qué leen nuestros líderes. Es excepcional ver políticos y directivos que citen obras que de verdad hayan leído, en lugar de coger por los pelos una frase célebre de dudosa atribución. Sorprende que a nuestros dirigentes se les ocurran las cosas así, sin más, que su sabiduría brote de sus propias neuronas, algo que ni siquiera le pasaba a Gandhi o a Martin Luther King. Hoy día leer se ha convertido en algo raro, y en más infrecuente aún leer bien. Cuesta encontrar profesionales que se salgan de lo ya leído y de los anaqueles de las obras más vendidas. Resulta sugerente preguntarse de dónde nos vamos a sacar la innovación si no leemos y si los que lo hacen leen todos lo mismo.
2. Escribir
El currículo de Primaria pide a los alumnos ser capaces de “generar sus propios textos”. De lo que se desprende que, en la edad adulta, esto se debe hacer ya correctamente. Sin embargo, hoy somos víctimas del correo por aspersión, ese que funciona como el riego de los jardines, disparando indiscriminadamente una y otra vez, hasta el agotamiento, como en un eterno retorno. Escribimos a todo el mundo por cualquier cosa y causa, copiamos a media organización para no se sabe qué y, en lugar de resumir, parece que encontramos deleite en acompañar nuestros mensajes de infumables masas de informes y presentaciones que, como acabamos de comentar, casi nadie se lee. Y en el tú a tú olvidamos que sabemos escribir castigando a nuestros congéneres con interminables mensajes de voz sin principio claro ni final certero. O nos abandonamos al autocorrector y dejamos escrito “un salido” en lugar de “un saludo”. Qué pensarían nuestros maestros si nos vieran malversando lo que tantos años les costó lograr.
3. Hablar
Aquí el currículo de Primaria es claro: los alumnos deben saber “comunicar con precisión sus propias ideas”. Si descomponemos la frase constataremos que en realidad esta es una habilidad bastante rara de ver. En primer lugar, porque muchas reuniones transcurren de manera inmisericorde sin que se sepa exactamente de qué se está hablando o cuál es el problema que se intenta resolver. Y también porque la competencia trata de que el alumno, el profesional en este caso, exponga sus propias ideas. No las que ha leído en las redes sociales o las que salen en las portadas de los periódicos. Las burbujas de filtros y las cámaras de eco han cebado nuestra pobreza de ideas propias hasta la caricatura y, en este sentido, se echan mucho de menos los elevados discursos de los grandes líderes de antaño, los que desgranando con vehemencia una idea hacían que nos levantáramos de la silla.
4. Dialogar
Un escolar de Primaria debe aprender a charlar con otra persona “teniendo en cuenta los factores que inhiben la comunicación para superar barreras y los que permiten lograr cercanía”. Es decir, debe saber dialogar bien. Punto. Eliminando escollos y sumando. En lugar de tratar de tener razón siempre, cosa que se ve demasiado a menudo. Y por supuesto, prestando atención, dado que no escuchar es posiblemente la barrera más importante para el diálogo. Cuántas veces sentimos al teléfono que la otra persona está haciendo algo más aparte de hablar con nosotros. Porque escuchamos sus dedos sobre el teclado, o ruidos que nos informan de que está ordenando algo, o simplemente interviene de manera fáctica pero ausente. Y cuántas veces le hemos hecho lo mismo a alguien. Asumiendo desatinadamente que no se daría cuenta, cuando nosotros sí lo hacemos. Nadie es capaz de hacer bien dos cosas a la vez. Ni los hombres ni las mujeres. Por eso dejamos de hablar bruscamente en un adelantamiento peligroso y por eso quitamos la música para aparcar en un sitio angosto: porque para hacer las cosas bien hay que prestar atención. Se aprende en Primaria.
5. Crear
Quizá el resto de competencias pudieran no parecer importantes. Y tal vez no lo sean en comparación con la quinta, que supone mostrar actitudes de “curiosidad, interés, creatividad y espíritu emprendedor”. Cuánto mejor nos iría si todos nos sumáramos al camino paralelo, al que no es obvio, y, buscando con los ojos de la curiosidad, encontráramos nuevos caminos para emprender, solos o con nuestros equipos. Cuánto mejorarían esos equipos y todas las organizaciones si, en lugar de hacernos con la ventaja competitiva que los consultores trasladan de una empresa a otra, igualándonos a todos, buscáramos nuestros propios senderos. Cuánto ganarían las organizaciones en dinamismo y en singularidad, y cuánto ganaría el mundo en atractivo y fascinación.
Lo podemos complicar todo lo que queramos con nuestros mundos VUCA y resto de siglas, pleonasmos, metáforas corporativas y anglicismos. Pero los profesionales que tienen éxito lo deben a cinco competencias que se adquieren en Primaria: leer, escribir, hablar, dialogar y crear. Aunque, es verdad, los que enamoran, aquellos junto a quienes da gusto estar, a los que siempre se echa de menos, son los que tienen además otras tres cualidades: son humildes, generan serenidad en lugar de crispación y reconocen a los demás agradeciendo su trabajo. Como en tantas otras ocasiones, antes de levantar catedrales góticas en torno a supuestas cuestiones ineludibles, lo que en realidad es imprescindible es volver la mirada a lo esencial: a las bases de la construcción humana y de la construcción de las relaciones humanas.