La Universidad Interamericana celebró con gran emoción la graduación de una nueva generación que cerró un capítulo significativo de su vida académica y personal. La ceremonia se realizó en su casa de estudios, el 13 de diciembre del presente año. El evento reunió a estudiantes, docentes, autoridades del estado de Puebla y familiares de los mismos graduandos, todos ellos unidos por su logro. Aproximadamente fueron 140 jóvenes que concluyeron con éxito su formación en licenciaturas, maestrías y doctorado. Estuvo lleno de emotividad por el comienzo de un nuevo capítulo en sus vidas profesionales rodeado del cariño de todos sus familiares.
La ceremonia comenzó con las palabras del rector de la universidad, José David Ortega Cerecedo, dio la bienvenida a los graduandos y a todos sus seres queridos. En su discurso, O destacó la perseverancia y el esfuerzo de los estudiantes, habló de la importancia de la educación como motor de cambio y acentuó el logro que es llegar hasta el final de un largo camino de esfuerzos, trabajo duro y mucha dedicación.
El ambiente era de celebración, al fin se concluía el empeño de prolongados años, pero también se respiraba una ligera nostalgia, pues muchos se despedían no sólo de las tareas, trabajos y calificaciones, también de risas con amigos que veían a diario, las bancas de su segundo hogar y la mejor etapa de sus vidas. El rector recordó que el aprendizaje no termina allí, sino que la educación es un proceso continuo en el que siempre se puede seguir creciendo y aprendiendo para dejar huella en el mundo. También participó el presidente CANACO, Juan Pablo Cisneros Madrid, quien en su discurso compartió su felicidad por ver a tantos jóvenes estar a punto de salir al mundo profesional y a otros continuando con su formación académica con un posgrado; agradeció a Ortega Cerecedo por su compromiso tanto con la universidad como con CANACO.
Uno de los momentos más emocionantes de la ceremonia fue cuando se entregaron los premios a los y las mejores Halcones y Halconas doradas de cada nivel. Los Halcones dorados son aquellos estudiantes que destacaron por su esfuerzo, dedicación y excelencia académica al obtener el mejor promedio de la generación, ya sea en licenciatura, maestria o doctorado. Valeria Jaili Cerino Díaz, Halcona dorada del nivel de licenciatura, fue la encargada de dar el discurso en representación de sus compañeros. Valeria agradeció a sus maestros, familiares y amigos por el apoyo constante que le brindaron durante todos esos años de formación. “Cada uno de nosotros está listo para enfrentar nuevos retos con la confianza de marcar una diferencia en el mundo”, dijo Valeria, al recordar lo que significó para ella formar parte de esa generación. “Hoy nos despedimos con orgullo, pero también con la certeza de que es solo el comienzo. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de dejar una huella en el mundo”, añadió.
La ceremonia continuó haciendo entrega de los diplomas. La emoción estaba presente al escuchar los gritos y aplausos de los seres queridos de cada uno de los graduandos. Padres y madres, amigos y amigas, hermanos, hermanas, todos compartían el mismo orgullo de haber alcanzado el tan anhelado título. Tras pasar del saludo con las autoridades correspondientes, los graduandos recorrían un pasillo en el que se les daba un presente por parte de la universidad, junto con su diploma y se les tomó una foto que inmortalizaba su gran triunfo.
La recta final del acontecimiento fue dirigida por Silvia Alejandra Ceja Utrera, una destacada egresada de la universidad, quien dio un mensaje importante en el que mencionó que le llenaba de orgullo ver que la casa de estudios creciera tanto, siendo ella parte de una de las primeras generaciones de la misma; felicitó a todo el alumnado presente deseándoles los mejores éxitos. Sus palabras dieron paso a la participación del equipo representativo de ensamble musical, ellos tocaron dos canciones para despedir a quienes por cuatro años fueron sus compañeros de aulas.
La jornada terminó conla participación del subsecretario de Educación del estado de Puebla, Miguel Ángel Fernández Pérez, quien despidió con tristeza y a su vez mucha emoción a todos los chicos. Los cañones de confeti anaranjado con destellos azules y la música de partida dieron el remate final para que muchos derrocharan unas lágrimas que sabían agridulces. Ese fue el cierre perfecto para una ceremonia que, más allá de los discursos y las formalidades, estuvo llena de sentimientos y sueños de futuro. La Universidad Interamericana celebraba no solo el fin de una etapa, sino el inicio de nuevos proyectos para una generación que está dispuesta a enfrentar los retos que el mundo les proponga con creatividad, voluntad y liderazgo.